Thursday 22 de May de 2025
ARMAS | 03-05-2025 15:00

De qué estamos hablando cuando decimos... 2n54z

La importancia de utilizar los términos correctos es fundamental en todos los ámbitos, pero mucho más en esta temática, porque entra en juego la legislación argentina. Cuáles son los vocablos más frecuentes y por qué otros deberían ser reemplazados. Ver galería de imágenes 1hg2n

Darío Raúl Chiviló
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Hoy en día más que nunca, y de manera progresiva, vemos que vendedores de armas, tiradores, armeros, periodistas y hasta pseudoespecialistas emplean de manera incorrecta algunos términos relacionados a las armas o, lo que es peor aún, los cambian por conceptos propios del idioma inglés. Por ejemplo –y casi de manera habitual– vemos escrita o escuchamos la palabra frame en el caso de las armas cortas, o chasis en las armas largas, para denominar lo que en realidad se llama o se denomina correctamente armazón, además de otros términos como pistol grip, hand-guard, decocker, etc.

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Considero que, como argentinos e hispanoamericanos, debemos emplear términos que son propios del idioma español, por la razón obvia de ser nuestra lengua oficial y por tratarse de términos técnicos relacionados a la ingeniería de armamentos. No olvidemos que los conceptos correctos en idioma español son utilizados por la mayoría de las fábricas de armas, así como por los ingenieros y peritos en el ámbito militar y forense, razón por la cual debemos ajustarnos a esa terminología para preservar nuestra identidad y unificar conceptos, aceptando que no se trata de un capricho o imposición subjetiva.

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A continuación, entonces, algunas palabras técnicas correctas que están plasmadas en textos de ingeniería balística, de armamentos y que además tienen relación directa con el ámbito pericial forense, y que sin embargo los aficionados confunden o usan erróneamente. Por una cuestión de orden comenzaré por las pistolas, que tienen fundamentalmente dos partes principales: por un lado la corredera (slide, en inglés) y, por el otro el armazón, que funcionan en conjunto pero pueden separarse para efectuar la limpieza, mantenimiento o reparación del arma.

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La corredera es un bloque de acero, que cumple la función principal de efectuar la operación de carga y descarga de los cartuchos de manera automática (independiente del tirador), mientras exista y hasta que se agote la munición en el cargador y la recámara. También aloja ciertas piezas fundamentales como la aguja percutora (firing pin), la uña extractora, (extractor), el eyector (ejector) y –en algunos casos– el cañón con su resorte principal (recoil spring), el sistema de seguros, sistemas de puntería –alza (rear sight) y guión (front sight)–, miras optrónicas, etc.

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Por otro lado, tenemos el armazón, incorrectamente llamado frame, que aloja otros componentes que tienen que ver con el mecanismo de disparo, como el martillo (hammer), la cola de disparador (trigger), mal llamada gatillo; los seguros de empuñadura, de aleta (manual safety lever), de cargador (safety magazine) y de botón pasante, (safety button); fiador (sear), biela de transferencia (drawbar), muelles y resortes (string), cargadores (magazine), botón retén de cargador (magazine catch), retén de corredera (slide catch lever) y –excepcionalmente– el cañón (barrel) en las pistolas con cierres no calzados. El armazón también cuenta con el guardamonte (trigger guard) que protege a la cola del disparador. Y con otra pieza poco conocida: la cola de castor, ubicada en la parte superior de la empuñadura, donde se apoya parte del arco de la mano entre los dedos pulgar e índice. 


Algunas pistolas modernas tienen una palanca móvil en la parte trasera de la corredera o del armazón, que muchos la describen como decocker, cuando en realidad debe mencionarse como desamartillado.Sirve para bajar de manera segura el martillo, sin que se produzca un disparo involuntario por deslizamiento del dedo pulgar sobre él.

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En este caso contamos con un cañón solidario (que se rosca en el armazón), y un tambor que se aloja centralmente en éste y que puede ser de tipo basculante como los antiguos Webley o Enfield, o volcable como la mayoría de los Colt, Smith & Wesson, Taurus, Ruger, etc. Las recámaras se denominan alvéolos, y la parte superior del marco que generalmente aloja el alza y mantiene la unión y rigidez estructural del armazón, se llama puente. Por otro lado, existe una pieza anatómica deslizable en el lado izquierdo superior de la empuñadura, junto al tambor llamada tecla de apertura, que sirve justamente para poder abrirlo.


Luego, en la base interior del marco donde se ubica el tambor, tenemos un alojamiento con una pieza que sube y baja durante el ciclo de disparo: la traba del tambor. Y junto al espaldón –en uno de los lados– otra pieza que se encarga de mover y hacer rotar el tambor: el diente de impulsión que, de manera análoga, actúa también de traba al momento de producirse el disparo. En la empuñadura de los revólveres encontramos el muelle principal o real (tipo plano), o el resorte real (helicoidal), según el caso.


Otro caso singular es el de las armas largas, donde el uso cotidiano del término inglés rifle sustituye incorrectamente a fusil, y esto sucede porque se piensa que ambas palabras son análogas en su significado, lo cual constituye media verdad. En realidad, la palabra rifle deriva de rifling, que a su vez significa fabricar un ánima rayada, por lo tanto no todas las armas estriadas modernas son rifles o –análogamente lo que se interpretaría– fusiles. De hecho, en la legislación argentina no existe la palabra rifle, pero sí fusil.

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En las escopetas y fusiles antiguos, la parte delantera por donde se sujeta el arma se denomina chimaza y, el resto, culata. En cambio, en los fusiles de asalto modernos, las carabinas y las pistolas ametralladoras, la parte frontal por donde se los sujeta se llama guardamano (hand guard), mientras que algunos poseen lo que en la jerga se conoce como pistol grip, que en nuestro idioma debemos denominar empuñadura de pistola.


Otro concepto errado y muy común en su empleo es el de subfusil para denominar a un arma larga que en realidad debe llamarse pistola ametralladora. Ese término mal adoptado de los norteamericanos –e incluso de los españoles en sus descripciones técnicas– implicaría englobar dentro de la categoría subfusil a toda arma que por tamaño estuviera por debajo del fusil de infantería (carabinas, fusiles y pistolas de asalto, pistolas automáticas y semiautomáticas, revólveres, etc.), lo cual técnicamente no corresponde.


Otras expresiones comunes y mal empleadas son pólvora, que deriva de púlvere o polvo, para denominar lo que correctamente se debe llamar de propulsor; y fulminante (por el antiguo fulminato de mercurio), que es cápsula iniciadora o sustancia pirotécnica iniciadora. Por otro lado, la bala es la punta que se mantiene unida a la vaina formando en su conjunto el cartucho, pero cuando se desprende violentamente de la vaina como resultado del disparo, se transforma en proyectil, concepto que se deriva de proyectarse o moverse por impulsión a través de un cañón que le otorga dirección hacia el exterior.


En lo que se refiere a la ingeniería de armamentos, no es lo mismo hablar de balística de efectos que de balística terminal, ya que no son conceptos análogos porque al hablar de terminal nos referimos a la instancia en que el proyectil acaba su recorrido, y se detiene tras agotar su velocidad y energía, mientras que la balística de efectos debe señalarse como aquella que estudia todos los efectos que produce el proyectil desde que se desprende de la vaina y se acelera, hasta que se detiene totalmente traspasando o no durante su trayectoria uno o más blancos que puedan interponerse (puertas, ventanas, vidrios, seres vivos, paredes o cualquier otro objeto).

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Finalmente, el cañón de un arma de fuego o neumática implica un tubo de acero agujereado y estriado (excepto en las escopetas, que es liso) que sirve para que el proyectil pueda moverse y alcanzar el blanco de manera precisa y efectiva, mientras que cuando hablamos de ánima nos referimos a su interior, donde están dibujadas o impresas las estrías, compuestas por los bajorelieves –o campos– y los altorelieves –o macizos–, que le otorgan al proyectil un sentido de giro a fin de mejorar su precisión.


Desde ya que existen muchísimos términos más en el despiece de las armas. Los aquí mencionados son los más utilizados por los aficionados y no pretenden bajo ningún punto de vista crear malestar acerca del uso del idioma, sino emplearlos correctamente acorde a nuestro lenguaje.

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Darío Raúl Chiviló

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