Arrimó fuerte el pejerrey en toda la costa marplatense pero no causó demasiada sorpresa porque era lo esperado. El agua de mar con las condiciones ideales de temperatura (la última medición arrojó 15 grados) y de color fue -en los últimos días- escenario propicio para la pesca de una las especies más buscadas de la zona y que coincide todos los años con la llegada de los primeros fríos, luego de la típica transición con la variada de verano.

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Pero lo más importante para los amantes de la pesca de playa llegó desde el sur marplatense. Precisamente de un sector histórico y muy conocido como lo es la Arenera del Faro, la extensa playa que recorre varios balnearios a la vera de la Ruta 11 y que años anteriores se mostró repleto de cañas que se agolpaban ante la viralización de los resultados. La misma zona que desde hace dos años vio apagarse la llama luego de un cambio geográfico abrupto que la volvió completamente plana, sin profundidad y con la desaparición de sus clásicos pozos y canaletas. Básicamente, sin su punto fuerte.

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La Arenera ha estado tan arraigada a la idiosincrasia de la pesca marplatense que es muy difícil no encontrar aunque sea una caña haciendo sus intentos. Y como premio a esos fieles seguidores, pagó con excelentes resultados de pesca el fin de semana, que se caracterizó por la captura de pejerrey escardón de interesante porte, muy activo y peleador. Los que allí se apostaron vieron con alegría como la faena se volvió rendidora, quizás no como los viejos tiempos, pero sí como un oasis después de tanto tiempo de sequía.

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Tuvieron que trabajar bastante porque la zona de profundidad requirió de lances largos y para ello debieron ingresar al agua algunos metros para caer detrás de la rompiente. En rigor de verdad, el mar se mostró en excelentes condiciones, aunque con una fuerte correntada norte-sur. El sector más rendidor fue a metros del arroyo Corrientes, aunque también se destacan puntos como El Balcón o Piedra Marina, donde también se hicieron buenas pescas. La especie fue haciendo pasadas, el pique no se mantuvo activo todo el día, pero con paciencia y determinación la cuota se completó a lo largo de la jornada.
Si bien la línea quebrada de dos boyas, con cuatro o cinco brazoladas es el aparejo típico del lugar y anduvo muy bien, la baja profundidad del sector invitó a probar con los tradicionales paternóster y fue una buena elección: a diferencia de la primera, sobre los bancos de arena funciona mejor una sola boya. Brazoladas de 50 cm y anzuelos número 4 ó 5 fue más que suficiente, siempre encarnando con camarón preparado y una tirita de magrú. Dobletes, tripletes y cuadrupletes fueron de la partida generando incluso alegría y festejos por parte de los pescadores.
Y como si fuera poco, la anchoa de banco realizó su habitual pasada donde pretende arrasar con todo y aunque algunas grandes salieron, la mayoría cortaron el nylon de los aparejos que no estaban preparados para tal fin. Un último acto extraordinario para lo que fue el primer capítulo del regreso consumado de uno de los pesqueros emblema del pejerrey marplatense que volvió, después de tanto tiempo, a recuperar el lugar de vanguardia que nunca debió haber abandonado. Y que promete mucho más para una temporada que recién comenzó.
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