Fósiles de los ancestros más antiguos conocidos del salmón y la carpa han sido descubiertos en la Formación Prince Creek, en Alaska, muy por encima del Círculo Polar Ártico. Se trata de una región donde las condiciones invernales incluye meses de oscuridad total y temperaturas extremadamente bajas. El hallazgo ha sido liderado por Lisa Van Loon y Neil Banerjee, de la Universidad de Western Ontario, quienes, junto a sus colaboradores, emplearon tecnología de micro tomografía computarizada de sincrotrón para escanear los fósiles sin dañarlos. Gracias a esta técnica, pudieron reconstruir digitalmente en 3D la anatomía de los peces hallados, revelando detalles minuciosos de sus mandíbulas, dientes y aletas. “Estos descubrimientos sugieren que esta remota región pudo haber sido una plataforma de lanzamiento evolutiva para los peces que ahora dominan los ríos y lagos del norte de todo el mundo”, afirmó Van Loon en una publicación que aparece en el portal español El Debate.

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Los fósiles, muchos de ellos del tamaño de una cabeza de alfiler, eran tan frágiles y estaban tan profundamente incrustados en la roca que resultaba imposible emplear métodos tradicionales de extracción. La tecnología de escaneo permitió identificar nuevas especies, entre ellas Sivulliusalmo alaskensis –el “primer salmón de Alaska”–, que desplaza en casi diez millones de años el registro fósil más antiguo conocido del salmón. También se identificó el primer cipriniforme en Norteamérica, grupo al que pertenecen carpas y pececillos, hasta ahora registrados sólo en Asia y Europa. Otras especies halladas, como Archaeosiilik gilmulli y Nunikuluk gracilis, semejantes al lucio, se adaptaron al duro entorno ártico hace 73 millones de años. Además, se encontraron restos de tiburones del género Squatina, esturiones y peces espátula.

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“Esta tecnología ha transformado por completo la forma en que estudiamos la vida antigua”, apuntó Banerjee. Los fósiles muestran adaptaciones al frío, como dientes abatibles y mandíbulas complejas, indicios de una evolución temprana para soportar entornos polares. El estudio respalda la existencia de un ecosistema específico, la provincia de Paanaqtat, donde surgieron especies únicas de forma aislada. “Gracias a este descubrimiento, ahora tenemos una visión más clara de un mundo polar perdido hace mucho tiempo”, concluyó Van Loon.
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