Clave. Esa es la palabra, porque el dibujo y la presión de nuestras cubiertas al rodar durante muchos kilómetros es un factor decisivo en la ecuación confort/resistencia, siempre tomando como base una mountain bike con suspensión delantera. ¿Por qué? La cubierta con mucha presión tiene una superficie de o menor y garantiza más velocidad sacrificando confort. Pero si desinflamos mucho tendremos confort de marcha a costa de “comernos las piernas” y terminar hechos una lástima... si terminamos. Y en este caso el factor seguridad es determinante: una cubierta muy desinflada en condiciones extremas no responde ya que “flanea” y hasta se puede destalonar.

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¿Cuál es el punto exacto? Lo determina el terreno al rodar, las cubiertas que tenemos y la suspensión de la bici. En una mountain bike estándar, con suspensión delantera y cubiertas semislick, podemos rodar con 30 psi sin matarnos y sin rebotar demasiado. Tengamos también en cuenta que no solo las piernas sufren con una presión superior: brazos y cuellos sienten las vibraciones del camino y terminaremos como si hubiéramos dormido en una licuadora.

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Tipo de cubiertas. Es determinante la MTB que tengamos, las cubiertas y el estado físico del biker. Todo este es un universo infinito. Básicamente, diremos que las cubiertas “de alambre” (con aro de metal) son un poco más pesadas y que las de kevlar son más caras, livianas y cómodas de llevar. Y una eterna aclaración: las cubiertas de kevlar no son antipinchaduras como piensa la mayor parte de la gente. El dibujo es determinante y depende de dónde vivamos y qué uso le damos a la bici. Si la utilizamos en ciudad y en caminos rurales, con un dibujo semislick y ancho de 1.90’ estaremos perfectos. Pero si la usamos en ripios de montaña vamos a necesitar más dibujo y un mayor ancho para garantizar una buena pisada y seguridad. En este caso, la cubierta va a necesitar tacos, y lo ideal es que sean direccionales y no de dibujo recto para que no nos frene mucho.

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Otro tip. Las cubiertas anchas con tacos grandes son lindas para la foto, pero nos comerán las piernas y si pedaleamos rápido zumbarán tanto que pensaremos que nos persigue un helicóptero. La elección de la cubierta perfecta es muy personal y el factor económico influye, ya que los precios pueden llegar a duplicarse dependiendo de la marca y el material con que estén fabricadas. Personalmente, utilizo cubiertas 2.25’ de kevlar con “taquitos” direccionales, y solo en caso de pedaleo agresivo en montaña coloco otras con más tacos.

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Presión. Una vez que definamos nuestra cubierta buscaremos la presión correcta. ¿Sugerencia a través de los kilómetros? Inflador y paciencia. Salgamos con 40 PSI rodando por asfalto, pero al bajar a lo áspero tomémoslo con paciencia y no dudemos en parar varias veces para ir desinflando de a poco. Si bajamos mucho adelante, nos quedaremos sin brazos, si le dejamos mucho aire atrás, rebotaremos a loco y los lumbares sentirán ese traqueteo. Tranquilos. No estamos compitiendo, solo disfrutando. Paremos las veces que sea necesario y volvamos enteros.

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Nota completa publicada en revista Weekend 541, octubre 2017.

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