La NASA ha logrado sumar un nuevo hito a su historia gracias a la misión OSIRIS-REx, que logró aterrizar sobre el asteroide Bennu, de apenas 510 metros de largo y que se mueve a una velocidad de 100.000 km/h. Una hazaña nunca vista hasta el momento, que tiene como objetivo tomar muestras de la piedra y después volver a la Tierra.

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La nave fue lanzada el 8 de septiembre de 2016, y se espera que regrese en 2023 con muestras de la superficie de Bennu. Los científicos de la NASA suponen que las muestras traídas del asteroide puedan ser diferentes a todo lo que hemos visto hasta ahora.
"Estamos en camino de devolver la muestra más grande desde el Apollo. Si todo va bien, los científicos estudiarán esta muestra durante las generaciones venideras", afirmó Jim Bridenstine, de la NASA, tras confirmar el éxito de la misión OSIRIS-REx.

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La tarea no fue fácil. El asteroide Bennu se encuentra a unos 322.000 kilómetros de la Tierra. La misión orbitó alrededor del mismo durante dos años, hasta que procedió al aterrizaje. El descenso duró unas 4 horas desde una altura de 125 metros de altura. Finalmente, la aeronave se posó sobre el interior del cráter Nightingale, de unos 16 metros de diámetro.
Una vez posicionada a la altura necesaria, la aeronave desplegó un brazo robótico de 3,5 metros, mediante el cual expulsó nitrógeno comprimido para levantar polvo y poder recogerlo. La operación no tardó más de 16 segundos, y se espera que la recolección haya alcanzado los 60 gramos de material.
"La abundancia de material que contiene carbono es un gran triunfo científico para la misión. Ahora somos optimistas de que recolectaremos y devolveremos una muestra con material orgánico, un objetivo central de la misión OSIRIS-REx", explica Dante Lauretta, investigador principal de OSIRIS-REx en la Universidad de Arizona en Tucson.
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