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TURISMO | 04-09-2019 17:52

Paraná: hija del mar y con un toque alemán 1f391x

La ciudad entrerriana abunda en actividades náuticas y un amplio patrimonio cultural que se remonta hasta la Alemania del siglo XVIII. Ver galería de imágenes 105m3t

Federico Svec
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Los paranaenses tienen un espíritu luminoso que se refleja en una actitud verdaderamente amistosa y una gran alegría para vivir. Ese espíritu tan particular es similar a los destellos de luz que desprende el gran río cuando lo acarician los rayos del sol. Antes de darle su nombre a la capital entrerriana, los guaraníes lo habían bautizado “hijo del mar”. Esa esencia de luz nace de la interacción con el río Paraná, el pulso vital de la ciudad, que tiene su complemento perfecto en tierra firme, sobre un encanto verde y natural llamado Parque Urquiza. Tiene una superficie de 44 hectáreas y fue diseñado por el renombrado paisajista francés Charles Thays. Las barrancas forman un fantástico balcón con vista a la costa que se divide en tres niveles: costanera alta, media y baja.
Para ver esa interacción que hace tan bien al espíritu y al cuerpo, visitamos el Club Náutico Paraná. Cuando llegamos, un montón de chicos dejaban el muelle a bordo de sus veleritos Optimist. Este es el semillero de futuros campeones, que como Santiago Lange y Cecilia Carranza, algún día podrán dejar bien en alto la bandera argentina en los Juegos Olímpicos. En ese mismo muelle nos esperaba Adrián Pantera Monti, que como buen capitán nos invitó a embarcarnos en una Lerch Pontoon 240 para disfrutar de un ameno paseo por el río. 

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De todo en el río

La empresa Paraná Tu Río propone varias actividades acuáticas, que van desde las más deportivas como el stand up paddle, el wakeboard o el kayak, hasta excursiones de pesca u otras que combinan paseos náuticos con el desembarco en un exclusivo parador gastronómico en la isla Puente.
Todos los paranaenses son hijos del río y de alguna manera terminan en o con el agua, sobre todo a través del remo. César J. Machado, kayakista y fotógrafo local, nos contó qué se puede hacer: “Paraná tiene lugares increíbles para visitar en kayak. Hay islas, arroyos, lagunas, bañados y por supuesto el río. Contamos con dos hermosas islas ubicadas frente a la ciudad. Una es el islote Municipal o isla Curupí, a la que se llega en no más de 30 minutos de remo desde cualquiera de los clubes. Dependiendo de la altura del río, se puede disfrutar de una playa con un hermoso banco de arena. La otra es la isla Puente, un poco más lejos que la anterior, que es accesible exclusivamente con el río en alturas normales o bajas, ya que solo cuenta con arenales para poder desembarcar. Para los kayakistas es una opción mas tranquila y menos ruidosa que la Curupí”.
La alegría de espíritu y bienestar físico también se da en tierra. El Parque Urquiza es el epicentro de una gran actividad de cicloturismo. Aldo Villalba, que dirige Médanos Bikes desde hace 11 años, nos comentó que “todos los sábados hay salidas de 50 km a Paraje La Balsa o Aldea Salto. Además, todos los meses se hacen travesías especiales sobre terreno más agreste, en bike o combinadas con trekking”.
Otro imperdible es el Parque Nacional Pre Delta, ubicado a 50 km de Paraná. Allí se encuentra el Paraje La Jaula, un área de uso público que es el epicentro de todas las actividades recreativas. El guardaparque Juan Manuel Acosta nos acompañó a caminar el Sendero de las Lagunas hasta los miradores de los espejos Irupé y Las Piedras, donde pudimos ver patos, gallaretas y garzas. Eventualmente, a veces se ve algún coipo o lobito de río. Escondidos entre los pajonales, los yacarés overos suelen espiar a los visitantes.
El parque también es un paraíso para los amantes de las aves. La emblemática es el martín pescador grande, pero hay 270 especies más como jacanas, horneros, benteveos, zorzales, caracoleros, cardenales y pepiteros, entre otras. 

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Las aldeas del Paraná 

Vestido con un tracht, el traje tradicional de Alemania, Darío Wendler se ofreció de guía en un recorrido muy atractivo a través de la historia de los alemanes del Volga, que une tres grandes ríos, el Rhin, el Volga y el Paraná. 
Entre 1763 y 1767, los antepasados de Darío migraron de la región centro-sur de la actual Alemania hacia Rusia, donde se establecieron sobre las márgenes del Volga medio. Un siglo más tarde, en enero de 1878, el primer barco de inmigrantes alemanes llegó desde Rusia al puerto de Diamante (Entre Ríos). 
Darío es de Valle María, la aldea madre de los demás asentamientos germanos: Salto, Protestante, San Francisco y Spatzenkutter, que en alemán significa “jolgorio de gorriones”. Allí visitamos el museo Nuestras Raíces Alemanas, en el que se pueden apreciar algunos curiosos y antiguos objetos, como un lanzallamas para combatir las plagas de langostas. Pero también hay otras piezas relacionadas a lo espiritual, como un armonio Dorf para acompañar los himnos religiosos.  
Seguimos viaje hasta Brasilera, otra aldea alemana que se fundó en 1879. Nos recibió Ezequiel Heim, que con sus lederhosen (pantalones cortos de cuero), su sombrero bávaro de fieltro y su barba prominente, parecía salido de la auténtica Oktoberfest de Munich. A pesar de la distancia, Ezequiel sí estaba en Munich, en el bar restaurant de su familia. Con esa pinta de Herr Heim, la pregunta del millón era si la cerveza sería buena. Cervezas artesanales hay muchas, pero buenas de verdad, ese ya es otro cantar. Afortunadamente, la Heim Bier (su marca casera) superó con creces las expectativas que propiciaba su hacedor.

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Baños termales y diversión

Casi todo sigue teniendo relación con el agua. Entre Ríos se parece a Japón por su afición a los baños termales. Para los japoneses son un ritual, para los entrerrianos es una práctica de relax. Para conocer más sobre esta costumbre visitamos las Termas de María Grande, que tienen piletas con agua salada mineralizada y cubiertas con hidromasaje, spa, zona de camping y cabañas. También está el parque acuático Interlagos, con estanques y toboganes que son furor en el verano. Pero para subir un poco la adrenalina, durante todo el año se puede disfrutar de las tirolesas que pasan por arriba del agua.

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Paraná tiene mucho más para ofrecer, museos, monumentos históricos, eventos únicos como la Fiesta de Disfraces y mucho más. Conocerlo todo implicaría realizar varios viajes, y seguir escribiendo largo y tendido. Pero hay algo que no deja lugar a dudas, que sobre el río Paraná descansa una joya preciosa que brilla con luz propia.

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