“Cuando coincide una mañana de helada con una gran bajante en el río, es decir, la arena se enfría y luego se pesca en creciente, el pique es un fracaso. Por el contrario, si la helada cae con el río crecido, luego con sol y bajante se pesca bien”. Esto lo escribió Nello Principe en su libro Pescando pejerreyes, una verdadera biblia para el fanático del flecha de plata y que nos sirve para ilustrar la importancia de pequeños detalles que hacen a la pesca. No es solo ir y esperar que la suerte nos acompañe, sino que hay un aprendizaje constante en la pesca deportiva. En otros informes hemos dado respuesta a los interrogantes más comunes que se hacen los aficionados, especialmente los menos experimentados. En esta ocasión, ahondaremos en un par de tips que redundará en mayores clavadas a la hora de salir de pesca.

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En una pesca tan sutil como la de pejerrey, hay conceptos fundamentales. Por ejemplo, siempre que se pesque en superficie el nailon o multifilamento debe flotar y debemos estar en constante o con el aparejo, jamás dejar mucho hilo suelto ya que esa panza no permitiría efectuar la clavada correctamente ni pescar reteniendo la línea, porque las brazoladas tenderán a levantarse. El pick-up del reel debe estar abierto y el grosor de la carga debe estar acorde a los pejerreyes que se capturen.

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La profundidad 2t512z
En muchos ámbitos, ya sea en los meses más fríos o en ciertos espejos durante todo el año, el pejerrey come a escasos centímetros del fondo. Por ello, siempre es clave medir la profundidad en que trabajarán nuestras carnadas. La mejor forma es una sonda casera, una base pesada y plana que pueda ser enganchado un anzuelo y con ella, medir la profundidad. Si queremos pescar a 10 cm del lecho, la boya debe hundirse esos cm, de esa manera, al sacar el peso y poner en su lugar la carnada, la boya recuperará su flotación y la carnada quedaría colgando en la línea de pesca que pretendemos. Igualmente, en lagunas que pescamos a más de un metro de profundidad, se coloca entre los veinte a treinta cm del anzuelo un plomo pasante muy chico para que la línea baje más rápido. Nunca debe colocarse más cerca del anzuelo porque le quitará movilidad, algo muy importante en esta pesca tan delicada. Aunque en todos los espejos es útil hacer este procedimiento, esta situación es imprescindible en ámbitos como La Brava en Balcarce que pescamos a casi 4 m, o en ámbitos como Monte o De los Padres en Mar del Plata cuando el pejerrey come a casi 2 m, por solo nombrar un tridente de espejos bonaerenses.

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Aparejos 2x4q6m
Clave es el largo total de la línea que no debe superar la extensión que va entre la punta de la caña y el reel. Eso facilitará su manejo en la pesca. Además, hay que destacar que cuando los pejerreyes toman las carnadas muy sutilmente, hay que refinar no solamente la técnica sino también, los aparejos. Las boyas deberán tener el menor tamaño posible, pero que puedan ser percibidas por el pescador. Las boyas esféricas tienen la ventaja de que presentan una superficie de o con el agua simétrica y en curva, sin ángulos ni superficies planas, lo que les brinda la menor resistencia posible a pejerreyes que comen lentamente. Las bicolores nos permitirán notar fácilmente un cambio o movimiento denotado por el pique. En estos casos, la línea debe trabajar sin puntero ni pilotín para que el aparejo sea lo más liviano posible. La distancia debe ser importante entre una boya y otra, por lo tanto, se necesita de cañas de 4.20 a 4.50 m. Estas últimas, claves si queremos pescar a flote con bajadas muy largas, de 2 a 4 m. En un caso como el mencionado, la boya distal es libre o corrediza sobre la madre. Cuando la línea cae al agua, el peso de la carnada hace que corra hasta el tope que determinamos. Cuando se recoge, la boya se distancia hasta el otro nudo corredizo y nos permitirá trabajar con bajadas muy largas con una madre más manejable.
Boyas 4f5mv
El tamaño del elemento de flotación y el color, pescando con brazoladas de hasta cierta medida, influye directamente en la visibilidad del pique. Sin embargo, el tamaño también afecta la resistencia que opone al pez: una boya pequeña y ligera ofrece menos oposición, aumentando la confianza de los peces más cautelosos. En contraposición, una boya grande facilita la detección del pique para el pescador, pero puede disuadir a los peces por la mayor resistencia al morder el anzuelo. La clave para el pescador reside en encontrar el equilibrio entre ambos factores.
Cuando se presentan dificultades como encontrar el pez, sin la certeza de pescas inmediatas anteriores y con apenas algunos datos de pobre pique, solo se puede vencerlas con buenos equipos e inteligencia. Tener muchos elementos de pesca, bien variados y conocer cómo funcionan y cómo actúa el pez-objeto nos da ese plus de ganancia que convierte una salida dura en una de esas inolvidables o, al menos, que logramos sacar a flote. Nello Principi decía que el pejerrey “mueve multitudes” y vaya si tiene razón, su embrujo hace que millares de aficionados no midan distancias ni esfuerzos con tal de lograr relucientes estolas plateadas de generoso porte y que, intentando cada día aprender algún detalle, cada día podremos fallar menos.
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