El uso de armas neumáticas en la caza de pequeños animales no es algo nuevo. Esa práctica ha ganado infinidad de adeptos, motivados por nuevos modelos cada vez más potentes y precisos. Pero de allí a utilizarlas en la caza mayor, hay un gran paso. Paso que varias fábricas han dado, con singular éxito en otros países.

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Hasta hace poco tiempo el calibre más grande utilizado en nuestro medio era el .25 (6,35 mm), si bien no obtuvo la difusión de los clásicos 4,5 mm (.177) y 5,5 mm (.22). Hoy emplear armas neumáticas en calibres .30, .357, .45 y hasta .50 no es algo lejano ni disparatado.

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Pero su uso nos obliga a tomar ciertos recaudos. El primero es la distancia de tiro: difícilmente podremos abatir a una presa de caza mayor a más de 50 m. Por lo que toda la actividad previa al disparo se asemejará a la que realizan los arqueros en cuanto a aproximación. El segundo es ético, ya que no hay margen de error: ante la mínima duda de que el disparo no será todo lo preciso que debe ser, deberemos abstenernos de efectuarlo.

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Analicemos esto último. Tomemos por ejemplo el Benjamin Rogue, en calibre .357 (9 mm). Este extraordinario rifle P de Crosman puede disparar un proyectil de nueve milímetros de diámetro y 145 grains de peso a una velocidad de 830 pies por segundo. Si bien esos parámetros significan una energía suficiente para abatir un animal del tamaño de un jabalí o un antílope, si los comparamos con los 2.400 pies por segundo que cualquier arma de fuego de caza mayor desarrollaría, veremos que nuestro disparo deberá ser ubicado exactamente en un punto vital, sin margen de error. Dicho esto, analicemos algunas características de estos “big bore” neumáticos.


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El mencionado Rogue posee un tanque de aire de 330 cm3 que puede ser llenado a 210 bares. Un dispositivo electrónico –llamado Display Epic (EPIC: Electro Pneumatic Intelligent Control)– nos permite optar entre tres opciones de peso de proyectil y tres de potencia, para realizar las combinaciones que prefiera el . Su disparador electrónico es regulable, operación que también se realiza desde el display. Lleva un cargador con 6 proyectiles, y posee una autonomía de 4 hasta 20 disparos, según la potencia utilizada. Se ofrecen proyectiles para él con pesos que van desde 95 a 170 grains, y velocidades que generalmente superan los 800 pies por segundo con todos ellos. Se destacan por sus características los fabricados especialmente para rifles P por la firma Nosler, con configuración Ballistic Tip y 145 grains de peso.

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Otro de los grandes monstruos es el Sam Yang, modelo Dragon Claw en calibre .50 (12,7 mm). La firma coreana lo ha dotado de dos tanques de aire, que trabajan en conjunto con una capacidad total de 500 cc. A diferencia de otros modelos, no tiene regulación de potencia alguna, por lo que cada disparo es en potencia máxima. Algo lógico si tenemos en cuenta el peso y diámetro de sus proyectiles.

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El uso de uno solo de los depósitos no hace variar su potencia, únicamente se obtendrán menos disparos por carga de aire. De los seis disparos que se podrán efectuar con los dos tanques, sólo será posrible realizar tres con uno solo de ellos. Lo que no quiere decir que no pueda seguir disparando, ocurre que superada esa cantidad a su máxima potencia, irá disminuyendo paulatinamente hasta quedar los tanques vacíos.
Proyectil
Un proyectil de 210 grains de peso, con un diámetro de 12,7 milímetros y a una velocidad de 650 pies por segundo no es algo despreciable para presas de mediano tamaño, siempre que tengamos la precaución de no exceder una distancia de alrededor de los 45 metros. La modalidad de practicar la caza mayor con armas neumáticas se está extendiendo, siendo ya una práctica común en los Estados Unidos. Veremos en poco tiempo si se expande por nuestro país.
Nota completa publicada en revista Weekend 536, mayo 2017.
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