Apenas amanece y zarpamos de Santo Antonio de Lisboa con una brisa suave del sur. Adentro la familia descansa y navegamos por estas aguas protegidas sólo con una vela en proa, como suelen hacer los ses. Nuestro rumbo nos lleva hacia el extremo norte de la isla de Florianópolis sin más novedad que un pez espada que vino a completar el almuerzo. Casi no hay olas y mientras derivamos vamos cruzando hacia el continente, hacia la ensenada de Ganchos.

Los Meder: relato de la travesía en velero hacia el Amazonas 5z91e
Todavía no es el mediodía y adentro del Kira-Kira los chicos están trabajando con la escuela e Internet. Es inevitable no reflexionar acerca de eso, estando rodeados de naturaleza y bellos paisajes, navegando a vela y pescando. Todo sin saberlo e inmersos en sus quehaceres y pantallas, en fin. Son responsables de sus estudios y siempre traen buenos resultados en la escuela. También nosotros durante los días lindos y en estos paisajes debemos trabajar porque, por más que estemos rodeados de turistas veraneando y disfrutando de la playa, este es nuestro modo de vida permanente y por más que el paisaje invite al relax, la mayoría de las veces no podemos darnos el lujo.

El Shogun 43 es un crucero rápido optimizado para navegar de a dos 4s2q61
Fondeado y pesca 461j3q
El sol del verano mantiene las baterías del barco a plena carga y es buen momento de aprovechar el rendimiento eléctrico para avanzar con la escuela.
Mientras, una familia de rayas no advierte el silencioso desplazamiento del barco y, sin saberlo, son observadas por Bruno desde la proa, hasta que la sombra de la vela las asusta y se sumergen para desaparecer.
Ya es la hora de almorzar y estamos fondeados en ganchos de afuera. Nos tiramos todos al agua y nadando vamos a la playa. También nos ponemos a explorar, buscar caracoles, cangrejos y conversar con algún turista que visita la zona.

Un navegante argentino está compitiendo en solitario en un cruce del Atlántico en velero 5z4gy

Velero Dufour 41: para sentir el barco y el viento 21d5e
Al comenzar a caer la tarde y como es costumbre del lugar, llega una familia de pescadores con un bote y una red que extienden desde la playa hasta casi donde se encuentra fondeado el Kira-Kira y vuelve con el otro extremo. Ya sabemos de qué se trata y nos ofrecemos a ayudar en la pesca comunitaria: nos dividimos y cada uno toma uno y otro extremo de la red y comenzamos a tirar hacia la playa. En la medida en que se acerca, los peces comienzan a saltar intentando escapar; cada vez saltan más y tratan de salir de la red hasta que la bolsa está afuera del agua y empezamos a devolver los que no serán alimento.
Así finalmente al atardecer, nos volvemos al barco con parte de la pesca, unas tainhas que van directo a formar parte de la cena para terminar un día de estudio, navegación, pesca y playa.
Nos vamos a dormir al reparo excelente que ofrece la ensenada de Ganchos de los vientos del sur. Al día siguiente pondremos rumbo a Porto Belo, a unas 20 millas más al norte.
Partida a Bombinhas 6e4x2h
Salimos bien temprano, como siempre. Antes de levantar el ancla, subimos la vela mayor a tope con ayuda de los mellizos. Hay poco viento y va a ser un día tranquilo de febrero. Ya con la vela izada, levantamos el ancla qué está vez tiramos a mano, y con cabo en vez de cadena y malacate. Solemos fondear así para evitar el uso de baterías y también para que no haga ruido la cadena en la catalina durante la noche. Siempre es más silencioso fondear con cabo.
Pudimos maniobrar bien levantando el fondeo y con la mayor, por lo que no fue necesario encender el motor. Cuando estuvimos a rumbo, desenrollamos la yankee (la vela de proa). Es sábado y comenzamos a movernos a cuatro nudos con rumbo a Bombas y Bombinhas.
En el camino, la chicharra del reel anunció otro pique. Este no sabemos que es, tiene forma de atún, pero alargado, mucho problema no nos hacemos, entra perfecto en el horno y al llegar a puerto los pescadores nos cuentan que era una caballa. Otro poco y ya comenzamos a virar a la punta de Porto Belo para empezar a divisar la isla João da Cunha.
Llegamos de día y los chicos se dedicaron a ayudar a navegar y fondear. Solos dejaron sus obligaciones para otro momento y fue un día en el que timonearon, hicieron guardia y ayudaron en toda la maniobra, incluyendo la pesca. Otra vez reflexiono acerca de eso, y me doy cuenta de que istraron su tiempo solos y no se perdieron de nada.
Fondeamos en las aguas conocidas de Porto Belo, una especie de segundo hogar para nosotros. Nos reciben amigos y vecinos que nos recuerdan y se asombran del tamaño de los chicos. Otra vez en casa, nos resulta increíble ver el lugar donde siempre tiramos el ancla desde hace años y entre las mismas cuatro escunas (esos barcos turísticos piratas, típicos de aquí) que permanece desocupado, como si fuera nuestro.
Nos organizamos rápido para ir a visitar el pueblo al día siguiente, el mercado y prepararnos para el carnaval que se avecina. Si bien es tranquilo este pueblo, va a desfilar la comparsa de Florianópolis y nos disponemos a recibirla con todo su brillo y alegría.
Cambiamos de fondeadero según el día de la semana y nos movemos a Caixa D'Aço, pero sólo durante los días de semana o cuando hay mal clima. Con el paso de los años, esta ensenada que siempre fue muy abrigada, fue transformándose en un gran atractivo turístico donde las embarcaciones de alquiler son las protagonistas de fiestas y encuentros numerosos, mientras que las lanchas, cruceros y motos de agua concurren en grandes grupos, quedando muy poco espacio para fondear.
Pero uno de esos días, en Caixa D'Aço, en el muelle de un hotel en la costa, notamos que el barco al quedar varado puede ser pintado con antifouling (pintura qué protege de incrustaciones marinas) y decidimos esperar el momento justo para hacer la maniobra. Después de pedirles permiso a los dueños del hotel, nos quedamos unos días observando los movimientos, preparando los materiales y esperando a un amigo que se acercó con su barco a ayudar. Es así como en la pleamar nos amarramos al muelle a esperar a que baje la marea.
Tarea cumplida 1z4n2c
Al anochecer, el Kira-Kira ya mostraba su obra viva (superficie del casco sumergida), y nosotros con pinceles y el agua a la altura de la cintura nos dedicamos a darle otra mano al fondo. Este trabajo resultó muy importante ya que extendimos la duración de la pintura y nos aseguramos de no tener que varar por bastante tiempo.
Esta forma de vida nos lleva siempre a estar buscando el equilibrio y las oportunidades, entre las obligaciones y el tiempo libre. Pero el ritmo lo definen los factores climáticos. En este caso fue la marea y muchas otras veces la luz solar, que carga las baterías que nos permiten estudiar y trabajar los días soleados y los lluviosos o nublados, cuando más nos gustaría estar adentro del barco cumpliendo obligaciones, debemos mantener los equipos apagados para ahorrar energía, así que generalmente son los que salimos a conocer, al contrario de lo habitual, como los que viven en destinos turísticos.
Volvemos a la ciudad, a sólo 20 minutos de navegación, y ahora sí, a disfrutar los preparativos del carnaval con el fondo del barco recién pintado, las tareas escolares y de trabajo al día; y un feriado de celebración por delante.
Pero, como dice Bruno, ¡se lo contaremos en la próxima singladura!
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