El tren atraviesa la República Checa bordeando el río Elba. Foto: Larissa Loges/dpa Foto: DPA: 5h6a3g
El Elba al atardecer. El río tiene más de 1.000 kilómetros de longitud. Foto: Larissa Loges/dpa Foto: DPA: 1y191i
En Pardubice se puede recorrer la orilla del río Elba en bicicletas de alquiler que ofrece el servicio ferroviario. Foto: Larissa Loges/dpa Foto: DPA: 4k3jj
La antigua cabaña de caza de Pardubice alberga actualmente un museo de pan de jengibre. La tradición pastelera de los bizcochos en forma de corazón se remonta al siglo XVI. Foto: Larissa Loges/dpa Foto: DPA: 314q6i
Sobre las laderas que dan al río Elba abundan los chalets de montaña que ofrecen alojamiento. Foto: Larissa Loges/dpa Foto: DPA: 3w3r4f
La pintoresca ciudad de Melnik, famosa por sus vinos, atrae a decenas de miles de turistas por año. Foto: Larissa Loges/dpa Foto: DPA: 156q
En la ciudad de Melnik, en la confluencia de los ríos Elba y Moldava, hay casi 90 viticultures para una población de apenas 20.000 habitantes. Foto: Larissa Loges/dpa Foto: DPA: 3h2c57
El castillo de Podebrady, a orillas del Elba. Foto: Larissa Loges/dpa Credit: Larissa Loges/dpa Foto: DPA: 3i4j6d
Vacaciones distintas: República Checa en tren 661h4u
Los pintorescos pueblos checos ubicados a la vera del río Elba se recorren perfectamente subiendo y bajando de las formaciones ferroviarias. Una experiencia inolvidable. 6447s
En el pasado, los barcos turísticos solían navegar hacia la República Checa, pero en la actualidad el Elba no tiene suficiente caudal. Por lo tanto, es mejor hacer un recorrido tomando un tren y dejándose llevar por un halo de nostalgia. La hora en el vagón restaurante pasa volando. Conviene prepararse para ir subiendo y bajando del tren. El destino del día es Melnik, pasando por Usti nad Labem. La primera es una pintoresca ciudad vinícola, situada sobre la confluencia de los ríos Elba y Moldava, con casi 90 viticultores para 20.000 habitantes.
Prácticamente sin que se note, se pasa de la Suiza Sajona, en el este de Alemania, a la Suiza de Bohemia, en la República Checa. Tan solo unos minutos después de salir de la estación de tren de Dresde, el convoy circula en paralelo al río Elba que queda la izquierda. En el tren, un camarero se apresura a servir una cerveza fría y un
”schnitzel” (carne empanada) con patatas y ensalada de pepino. Los huéspedes del vagón restaurante se sientan ante mesas con manteles blancos, acomodados en sillones rojos. Tras media hora de viaje se llega a la frontera checa. Bad Schandau, un tesoro de las montañas de arenisca del Elba, es el último pueblo del lado alemán.
En verano las temperaturas que se registran pueden llegar fácilmente a los 38 grados, pero a Sarka Kalfarova no le importa que haga tanto calor. Esta mujer, que se dedica a mostrar su país, avanza a través de su patria de Bohemia Central relatando la historia de Santa Ludmila, que se casó con el primer príncipe del Reino de Bohemia y se convirtió en cristiana. “Así llegaron el cristianismo... y el vino”. Hablando de vinos, es digna de ver la histórica bodega del Chateau Melnik, donde además se pueden visitar las estancias de este castillo renacentista que es de propiedad privada.
El dueño del castillo, Jiri Jan Lobkowicz, habla en una charla informal sobre sus posesiones: tiene tres castillos en Bohemia y dos en Francia. Señala que anualmente unos 80.000 turistas acuden a su finca de 4.000 m2 y que realiza unas 25.000 catas de vino incluidas en la visita. ”Las ventas de vino han crecido, la calidad ha mejorado”, explica Lobkowicz. De hecho, los vinos locales sorprenden por su fuerte carácter.
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Las antiguas casas góticas del encantador centro de la ciudad de Melnik han sido rediseñadas en estilos renacentista, barroco y, en parte, art nouveau. En la Puerta de Praga, una puerta de la ciudad conservada con una torre y un salón de té, se puede encontrar paz y tranquilidad después de un largo día de viaje. Por la mañana se sigue en tren hasta la siguiente parada: Podebrady. Desde la estación se llega de inmediato a los jardines del balneario, donde se escucha el crepitar del agua de sus fuentes entre arbustos floridos. El camino hacia el Elba pasa por bojes que han sido podados en forma de esferas y triángulos.
El castillo de Podebrady se erige orgulloso en la orilla del río. En su patio, un zahorí se encontró con una posible corriente de agua en 1905. De hecho, un pozo perforado a una profundidad de casi 100 metros dio con un manantial de agua mineral. Desde entonces, personas con enfermedades del corazón y del aparato circulatorio han sido tratados en el balneario más joven de la República Checa. Los más populares son los baños en aguas que contienen ácido carbónico. Se puede recoger agua mineral en los varios manantiales que hay en el parque del balneario.
El próximo destino es Pardubice. Allí se cambia el tren por la bicicleta. Todas las grandes ciudades de la República Checa tienen un servicio de alquiler de bicicletas ligado al servicio de de transporte en tren. Los caminos son planos, las vistas de los prados, bosques caducifolios, pequeños canales y los interminables campos de girasoles son encantadoras. Si se prefiere visitar alguna cosa curiosa, hay que ir en bicicleta a la casa del pan de jengibre (Pernikova chaloupka), que se encuentra en el bosque, no lejos del castillo de Kuneticka Hora, en Ràby. El museo, una cabaña de caza que data de 1882, alberga los famosos bizcochos en forma de corazón.
Aún queda por descubrir el nacimiento del Elba, el gran río de 1.094 kilómetros de longitud. Desde Pardubice el tren va a Vrchlabi pasando por Stara Paka y Kuncice. Dos cambios más tarde, después de un corto viaje en taxi a Spindleruv Mlyn, se ve de nuevo el Elba. Ese es un lugar adecuado para hacer senderismo. El aire está despejado en el Parque Nacional de Krkonoše. Extensos senderos, praderas y áreas boscosas encajan en las crestas de las montañas.
En el camino se pasa por una “martinova bouda”, un típico chalet de montaña de la región. Estos pequeños alojamientos resultan pintorescos y se encuentran dispersos en las montañas, esperando a los visitantes. El camino lleva hacia el manantial. Finalmente se llega a la pradera del Elba, ubicada a 1.602 metros de altitud. En el suelo se ve un discreto anillo de piedra que marca simbólicamente el origen del Elba. La fuente real se encuentra 150 metros más arriba en la turba y no es accesible. Pero si se ha disfrutado del paisaje a lo largo del Elba durante días enteros, tampoco pasa nada si el viaje termina frente a este anillo, la cuna del río.
dpa
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