A sólo 50 km de Chacabuco, en el norte de la provincia de Buenos Aires, breve pero rendidor scouting taruchero. Foto: Luis Ventimiglia 5m384x
A sólo 50 km de Chacabuco, en el norte de la provincia de Buenos Aires, breve pero rendidor scouting taruchero. Foto: Luis Ventimiglia 5m384x
A sólo 50 km de Chacabuco, en el norte de la provincia de Buenos Aires, breve pero rendidor scouting taruchero. Foto: Luis Ventimiglia 5m384x
A sólo 50 km de Chacabuco, en el norte de la provincia de Buenos Aires, breve pero rendidor scouting taruchero. Foto: Luis Ventimiglia 5m384x
A sólo 50 km de Chacabuco, en el norte de la provincia de Buenos Aires, breve pero rendidor scouting taruchero. Foto: Luis Ventimiglia 5m384x
A sólo 50 km de Chacabuco, en el norte de la provincia de Buenos Aires, breve pero rendidor scouting taruchero. Foto: Luis Ventimiglia 5m384x
El resurgir de Salto para la pesca de costa 6o5j22
Buscando escenarios para practicar la actividad desde la orilla, nos encontramos con esta opción en el norte bonaerense: variedad de especies que se beneficiaron por las lluvias en la región. Por: Luis Osvaldo Ventimiglia. 5o421k
Con el regreso de las precipitaciones volvemos a tener algunas alternativas de pesca en ámbitos cercanos, escenarios que durante estos años de sequía estuvieron muy complicados. Ese contexto de buenas lluvias nos permite intentar con ríos, canales y lagunas cerca de casa y que podemos tener el privilegio de volver a disfrutar.
Con la obligación de realizar una nota antes de fin de año, y por compromisos personales ineludibles, no quedó otra que realizarla el último día, el 31. Eso generaba que no debía ser muy lejos, ya que a la noche se festejaba en familia y había que volver en tiempo y forma. Analizando destinos, surgió la idea de visitar el Río Salto, a 50 km de nuestro Chacabuco natal.
Con la certeza de que es importante conocer de los sitios por los locales, me comuniqué con César, oriundo del lugar y pescador. Este aficionado me recomendó los lugares más convenientes para poder realizar la actividad en el rio, y es así que nos dirigimos bien temprano hacía este cercano destino. Me acompañaron mi hijo Enzo y mi nieto Vicente, con quienes llegamos costeando el río, buscando un buen lugar para pescar. Según nos contaba César, los mejores días para hacerlo son cuando pasaron una o dos jornadas de una buena lluvia, pues el agua corre rápido y el pez sube. En ese sentido, íbamos con la contra, ya que hacía varios días que no llovía: Pero la esperanza siempre está, como en cada relevamiento.
Encontramos un lugar donde bajar, pues las barrancas son muy altas en casi todo el recorrido del río y en muchos lugares no es conveniente intentarlo. Descargamos los equipos y comenzamos a armar cañas. Preparamos tres de fondo: una para bogas, con maíz; otra encarnada con salame y la última, de 2 anzuelos con bajada de acero, tentando con filet de pejerrey en búsqueda de algún doradillo. Con el correr de los minutos, aparecerían otras, con boya plop y filet de pejerrey, para ver si alguna tarucha se enojaba y atacaba la carnada. No alcancé a tirar la plop, que hizo una corrida hacia la derecha y encañé. Emergió del agua una tarucha hermosa de unos dos kilos que me regaló una tremenda pelea. Luego de sacarla, foto de rigor y video con la devolución. Esa captura era una buena señal, así que volví a tirar la boya al mismo lugar y le di la caña a mi nieto Vicente que, con 8 años, luego de dos movimientos de boya, logró otro hermoso ejemplar. Corrida y saltos de otra Hoplias muy sana y de colores cautivantes, la cual fue fotografiada como si fuera una modelo y devuelta como corresponde a su hábitat.
En las líneas de fondo hubo piques muy suaves, pero no logramos clavar nada, seguramente eran boguitas muy chicas y al no atenderlas como corresponde, se erraba mucho. Sin dudas, nos atrapó la pesca de las tarariras y no le dimos la suficiente atención.
Sería el turno de Enzo más tarde, con la tercera tarucha, al tiempo que César llegó al lugar y nos explicó que, cuando llueve mucho, los días siguientes se capturan muy buenos doradillos de hasta 4 kilos y también cachorros de surubí: Así que quedamos en volver cuando se den esas condiciones para mostrar otras variantes de este hermoso predio. Entre mate y mate, Vicente logró otra tararira muy linda, la cual lo hizo trabajar mucho para lograr sacarla. Otra más pude sacar yo y Enzo trajo una con una rana de las patonas, de látex de Rubí, color rosa, y se le escapó al momento de levantarla.
Habían pasado solamente dos horas de pesca y ya habíamos logrado cinco tarariras y una se había escapado en la orilla. De pronto, una brisa que fue en aumento y una llovizna que llegó con ganas de mojarnos fueron las causas que hicieran que levantemos las cañas y diéramos por terminada la jornada de pesca, volviendo a Chacabuco con la certeza de que hay buenas opciones muy cerca de nuestros hogares.
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