Decidimos comenzar la nueva temporada de caza menor en la provincia de Santa Fe, con un combo de perdices y patos. Aproveché la visita de un grupo de amigos de Francia y me tomé toda la semana para compartirla con ellos. Como me faltaban perros, pedí el auxilio de mi amigo Pablo Miribuk, quuien aportó uno de sus Deutsch-Drahthaar.
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Realizamos una primera salida en la zona norte de la provincia. Las lluvias fueron benéficas y los pastos son altos, un detalle que ayudó a la población de perdices pues les dio buen refugio contra sus predadores naturales, por lo que encontramos cantidades
abundantes de tinámidos. Pero así como ayudó a las perdices, incomodó el trabajo de los perros y nuestro propio andar.
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Varios meses de inactividad a causa del calor causaron ansiedad en mi perra Frau, que apuró el vuelo de las primeras perdices, algo bastante habitual en casi todos los perros, pero al poco rato ya era la perra de siempre.
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Algo distinto pasó con el perro de Pablo. Trajo a Black, un cachorrón de 15 meses. Sabiendo que es dueño de los dos mejores ejemplares machos de la raza, me sorprendió con este cachorro. Pero Pablo me dijo: “Esperá y luego me contás”. Está bien, ahora sé que es dueño de los tres mejores ejemplares machos de la raza, este cachorro anda a tiro de piedra, muestra firme y guía de una manera desfachatada hasta dominar con su presencia a la perdiz. Le pregunté si tenía 15 meses o 15 años, es increíble. A lo largo de mis muchos años cazando, nunca vi algo igual. “Te lo vendo”, me dijo mi amigo. Pero Frau es mi perra, tiene 7 años y yo no tengo lugar para otro perro. Tal vez en unos años quiera un hijo de Black.
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Pero volviendo a las perdices, levantamos un interesante número, aunque muchas eran pichones, fácilmente reconocibles por el sonido de su vuelo bastante más apagado y suave.
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Esto nos permitió disfrutar de varias muestras y elegir los blancos. Uno de estos disparos efectuado por un amigo pareció haber pegado un metro detrás de una liebre antes de que se escurriera en un maizal. Estábamos por hacer una clásica broma cuando Frau se
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larga a la carrera dentro del maíz y tres segundos más tarde sale con la liebre. Los Drahthaar parecen tener un sentido especial cuando la pieza está herida y no se detienen
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aunque los llamemos a viva voz. Si una munición penetró en la pieza, ellos la recuperarán seguro.
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Por lo evaluado en esta primera salida, lo recomendable es optar por las pequeñas lomas del terreno. Las partes bajas están aún muy encharcadas, por lo que no hay muchas chances de dar con las perdices. Para tener buenas oportunidades debemos esperar a que caigan un par de heladas fuertes, que bajarán un poco los pastos y de paso aplacarán a los abundantes mosquitos.
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Nota publicada en la edición 501 de Weekend, junio de 2014. Si querés adquirir el ejemplar, llamá al tel.: (011) 4341-7820 / 0810-333-6720. Para suscribirte a la revista y recibirla sin cargo en tu domicilio, clickeá aquí.
24 de junio de 2014
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